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domingo, 10 de junio de 2007

LAS MASCARAS

De madrugada, ocultándose en la oscuridad de la noche y de sus máscaras de verdugo, bajo el amparo de un puñado de votos que no llega ni para alzar la vista con la mínima dignidad, vuelven a amenazarnos los asesinos de siempre. El comunicado de ETA no tiene desperdicios desde el punto de vista neurolingüistico. Cualquier incipiente terapeuta podría dictar diagnóstico sin equivocarse, ya que tanto la exposición de los hechos e intenciones, como su terminología son de libro. Su encabezado suena a aquellos manuales panfletarios de Camboya o Corea que se dirigían al pueblo de parte de sus líderes: “Nuestro guía revolucionario y padre protector dice que...” “Eta, organización socialista revolucionaria de liberación nacional vasca desea comunicar lo siguiente.” Desde la falsa perspectiva que se otorgan los que se creen en la vanguardia de la sociedad se han cometido las peores fechorías de la historia. Tanto el mártir social como el iluminado político terminan asumiendo una realidad equivocada, que enarbolan como única e inexorable verdad para imponer a los demás.
Hablan de falta de democracia y estado de excepción en un país libre donde existen las urnas, y el único problema para ejercer el voto o la libertad de expresión es el miedo que sienten los ciudadanos ante las amenazas, las extorsiones, los secuestros y las pistolas de quienes han redactado esas sanguinolentas líneas. Hablan del “sufrimiento de este pueblo”, confundiendo quizás el merecido castigo de quien cumple condena por matar con el dolor de sus propias víctimas. Su queja es propia de seres inmaduros y paranoicos que continuamente culpan a los demás de su propia insatisfacción. Su enfermedad se nutre de una visión alucinada de la patria, buscando identidades en un inexistente pasado, escudriñando mitos y exigiendo fronteras más allá de las voluntades cívicas. Por eso ETA prefiere dirigirse al pueblo y despreciar a los ciudadanos.
Dicen que “las máscaras han caído”, cuando la única máscara que deberían arrebatarse es la que cubren sus cobardes rostros y sus mentes enfermas. Con un buen tratamiento todo se cura, pero prefieren vivir ya para siempre en el mundo de redención y violencia creado por sus propias fantasías. Destrozan el proceso de paz como si se arrancaran los cables y los tubos que hacen posible su normalidad. Lo malo es que también la nuestra depende de la suya. Por eso no es entendible que no actuemos todos a una. Es como si los médicos se pelearan entre sí y acabaran dándole la razón a toda esa locura. Surgen voces interesadas e irresponsables que piden elecciones anticipadas porque, según sus argumentos, el equipo médico no ha conseguido lo que se proponía. Esas mismas voces que han sostenido hasta antes de ayer que Zapatero gobernaba como rehén de ETA, hoy le piden cuenta cuando comprueban que la banda, no sólo le culpa de no haber cedido un ápice a sus pretensiones, sino que le llama fascista por defender el marco constitucional. ¿En qué quedamos? Quien busque otro culpable de todo esto fuera de ETA, no sólo estará alimentando los sueños vengadores del terror, sino que debe avergonzarse cuando suene el primer disparo.