Vistas de página en total

jueves, 20 de diciembre de 2007

TÓPICO NAVIDEÑO

Resulta un topicazo escribir por estas fechas navideñas sobre el exceso consumista, de igual forma que hablar del pavo o, aún más, del conejo, que hay que ver la que nos está dando la opinión mediático-política con la frasecita del ministro Solbes, como si se hubiese obligado a los españoles por decreto ley y bajo pena capital a zamparse el lepórido al son de un villancico.
Parece como si a la tertulia nacional le faltasen temas para el mostrenco debate cotidiano. Pienso en la navidad a pesar del tópico, y en el disparatado montaje comercial en el que se ha convertido una tradición destinada, todo lo más, a pasar unos días con la familia, tocar la pandereta, comer turrón, ir a la misa del gallo, tomar las uvas, tener un detalle con los mayores e ilusionar a los niños el día de Reyes con unos regalitos. Los españoles nos vamos a gastar este año cerca de mil euros extras de media, lo que significa que algunos se dejaran siete mil y otros bastante menos, a pesar del bajón monetario que dicen que se nos avecina. La realidad es que uno se echa a la calle y todo es una locura: las ciudades iluminadas como si se tratase de una feria mundial, con más de un mes de anticipación a la Nochebuena y haciéndole un corte de mangas al ahorro energético; los restaurantes a tope de comidas y cenas de empresas, clubes de fútbol, pandillas, promociones académicas, cofradías de Semana Santa o asociaciones filatélicas; las tiendas y grandes almacenes a rebosar de gente que deambula a empujones, de arriba para abajo, sin saber qué comprarle a la cuñada o al novio de su prima, porque algo hay que llevarle y no una ridiculez; los supermercados abarrotados de carritos en competición, más que por llegar antes a la caja, por parecer la cesta de navidad más cara y poblada de todos los concursantes, o los cotillones de fin de año reservados con tres meses de antelación, donde cada joven participante se dejará sus buenos euros, previo presupuesto aparte en traje o vestido de diseño nocturno. Todo ello jaleado, a través de grandes campañas publicitarias, por los magnates del negocio que, a su vez, suelen ser los que nos invitan a rasgarnos las vestiduras ante los flujos migratorios: esos pobres muertos de hambre que osan venir a nuestro suelo a disfrutar también de las luces y la juerga navideñas.

Es un tópico pensar en estas cosas, pero a veces los tópicos son como el dolor de muelas: no porque duren mucho tiempo deja de fastidiar, y aquí la cosa va a más si no somos capaces de ponerle remedio y no acudimos al dentista, en este caso, a la conciencia o, si se quiere, al sentido común. Unas fechas que se esperaban como motivo de esparcimiento y relajación, vacaciones y permisos laborales, se han convertido en periodos de bulla y estrés, donde nos echamos más obligaciones que en el resto del año: comprar, comer, engordar y gastar para acabar derrengados y comenzar el nuevo año con deudas, mala conciencia y el mismo dolor de muelas. A lo mejor, con un conejo...