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miércoles, 5 de diciembre de 2007

CUANDO HAY QUE ESTAR

Todos los partidos políticos y centrales sindicales han convocado una concentración en repulsa por el reciente atentado de ETA con la boca chica. Durante los días previos al acto de protesta toda la atención mediática se puso en si acudían o no acudían tales o cuales líderes, obviando el tema central y acuciante que debería haberse ondeado moralmente, y que no era otro que el de convocar a los ciudadanos a manifestarse contra el último crimen de la banda mafiosa (Digo mafiosa porque hace ya muchas décadas que ETA ha demostrado que no le mueven intereses políticos, ideológicos o territoriales para matar, sino el miserable deseo de imponer el terror en una sociedad democrática para seguir viviendo de las rentas del miedo). Pero a lo que íbamos: fue triste contemplar como sólo un puñado de ciudadanos dieron testimonio de su rechazo a los asesinos con la sangre de las víctimas aún caliente, cuando se ha llenado avenidas enteras en periodos donde no ha habido atentados, sólo para exigirle al gobierno que no intentara acabar con el terrorismo más que por la vía policial. El Partido Popular y todos los sectores de la derecha más reaccionaria, incluyendo a falangistas y neonazis, no han dudado ni por un momento en secundar las manifestaciones convocadas por la Asociación de Víctimas del Terrorismo que, con todo respeto por sus integrantes, parece echarse a la calle más por ambiciones políticas y electorales que por exigencias morales. Tampoco se ha tenido el menor reparo en jalear los insultos “anticonstitucionales” de quien, por creerse portavoz del dolor de las víctimas, exige, despotrica y calumnia, a lo Queipo de Llano, a todo aquel que no se pliega a su parecer.
Tras once meses sin muertos, ha habido lamentablemente una clara justificación para exigir esta vez, todos a una, que se acabe con toda esta locura asesina. Pero no. Ni izquierda ni derecha, ni arriba ni abajo, allí estaban muy poquitos, y si acudió algún representante político fue a regañadientes y al final, después de analizar con lupa el formato, la consigna, las pancartas, los comunicados y hasta la vestimenta de los manifestantes, no fuera a ser que sus futuros electores les confundiesen con otros.. Si, a decir verdad, debemos felicitarnos, o al menos respirar en paz, porque por una vez la oposición apoye al gobierno en la lucha contra el terrorismo después de este último atentado, no debemos contentarnos con el tímido resultado de la respuesta ciudadana. Ni ETA ni ningún tipo de terrorismo llegará a su fin si no es por el constante repudio de la gente que lo padece, pues el mejor escondrijo que puede encontrar un asesino en serie es el silencio y el encogimiento de hombros de la sociedad, como ocurrió en Alemania durante la barbarie nazi y los campos de exterminio. Si la gente de este país está un poco harta de tanta manifestación manipulada, de tanto mitin patriotero y de tanta intolerancia disfrazada, que no decaiga cuando suena un tiro y marchemos pacífica y machaconamente a decir basta. Que nadie interrumpa nuestro paso ni acalle nuestra voz. Que tomen nota los unos y los otros.